Sin su voz ni su boca,
sin sus labios con hambre,
sin su lengua golosa,
ni su mirada penetrante.
Hoy me asomo y como loca,
mete un dedo y no mi pene.
¡Ay!
¿Por qué me torturas ahora,
que sabes de mi pronta muerte?
Tú, tan jovial con la "poma"
y yo sin poder poseerte.
Rafa Marín
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