Me gusta verla ahí,
locuaz y enamorada,
casi siempre tan sutil.
No digo nunca nada,
porque no sé morir,
en una boca que besaba.
Hoy la quise escribir,
ser nube que pasaba,
pero al verla me perdí.
Despierto como el alba,
como un lejano candil,
que entre valles escapa.
Rafa Marín
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