sin nada con que poder protegerse,
mirar a las olas como se mecen,
saber que es así la misma vida.
Como esa brizna verde que crece,
para ser otra ola con la brisa,
un suave atardecer de verano,
convertida en granada espiga.
Este es el secreto mis hermanos,
el de las cosas que son muy sencillas.
Deshacer los terrones con las manos,
entre sudores acabar los días.
Ya no persigo los grandes honores,
ni quiero dulces famas efímeras.
Si mi apuran sólo quiero, hombres,
suya la mirada agradecida
de sus ojos el brillo de mis pupilas.
Rafa Marín
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