Sutil, cual gota de rocío,
que al amanecer es brillo
que deslumbra al caer,
sobre un pétalo de rosa blanca.
Firme como la asentada piedra
que es losa y en su frialdad,
es manta y epitafio de una vida,
que vive sin principio y sin final.
Arbórea, trepadora y cruel,
como esta acusadora palabra,
que sin ser ni querer, se suma,
para no ser más que del mármol
otra página en el suelo arrugada.
Quisiera mil aventuras contar y así,
cual bufón que inspirado se pierde,
y en la chanza, por fin resplandecer.
Para perder su noble cabeza segada,
por la muerte y el filo de la guadaña.
Pero heme aquí, como un jilguero,
preso de una vida que se le escapa,
como se escapa al monte el redil,
sin un pastor que de su conjunto haga,
de guía, guardián y padre.
Rafa Marín