Sirenas
de mares procelosos,
entre
olas de blanca espuma y sal.
Siempre
con esa promesa en los ojos,
que
nunca acaba por llegar.
A
veces dulces damiselas y otras,
con
el infierno por hogar.
Perdidas
almas entre dulces y traviesas,
empeñadas
en Odiseos,
que
nunca vieron la mar.
Rafa
Marín
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