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sábado, 23 de enero de 2016

Yo y mi ego que...


Yo y mi ego que...

tantas veces me hizo ciego.

No queremos dañar,

el único pilar que te queda entero.

Ya sé que se siente cuando caes,

y no puedes besar el suelo.

Por magia o por necesidad,

todo se volvió mar

y en él me sumerjo.

Tú, con tus desapegos,

vienes y vas,

casi siempre corriendo.

Y ahora necesitas la seguridad,

que no podré tender bajo tus pies.

Tu vida, la mía, todo,

se vuelve del revés frente al beso,

que sabe a café y manos, que mudas,

a la vida piden un momento.

Son cinco minutos, tal vez diez.

Lo importante son las miradas

y esos ojos que no nos ven.

No hay un futuro tú y yo,

pero si ese instante con el café.

Besos que bajo nosotros la tierra abre

y nos muestra el paraíso de Moisés.

La misma que con gesto burlón

nos escupe y nos dice;

que no hay para nosotros perdón.

Yo...siempre yo, con mi ego enorme

y esta sinrazón que me persigue

y que en cada esquina se esconde.

A días despierto y mis pies,

no saben hacia dónde correr.

Tú y tus obligaciones,

y yo desperdiciando las ilusiones,

que nadie me devolverá.

No perdí la esperanza, la secuestré

y es rehén de las circunstancias.

Siempre soñando con volverte a ver

y con el miedo a que nos puedan ver.

La paradoja se instaló en nuestras vidas,

pedimos un momento y nos dieron tres.

No te sientas culpable,

en este puñetero mundo nadie lo es.

Si acaso perdidos navegantes,

a los que la niebla no dejó ver.

Me tienes donde estoy,

a tiro de un hermoso café.

Al alcance de tus manos y besos...

un segundo y seguir sin poder ser.


Rafa Marín

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