Yo y mi ego
que...
tantas veces
me hizo ciego.
No queremos
dañar,
el único pilar
que te queda entero.
Ya sé que se
siente cuando caes,
y no puedes
besar el suelo.
Por magia o
por necesidad,
todo se volvió
mar
y en él me
sumerjo.
Tú, con tus
desapegos,
vienes y vas,
casi siempre
corriendo.
Y ahora
necesitas la seguridad,
que no
podré tender bajo tus pies.
Tu vida, la
mía, todo,
se vuelve del
revés frente al beso,
que sabe a
café y manos, que mudas,
a la vida
piden un momento.
Son cinco
minutos, tal vez diez.
Lo importante
son las miradas
y esos ojos
que no nos ven.
No hay un
futuro tú y yo,
pero si ese
instante con el café.
Besos que bajo
nosotros la tierra abre
y nos muestra
el paraíso de Moisés.
La misma que
con gesto burlón
nos escupe y
nos dice;
que no hay
para nosotros perdón.
Yo...siempre
yo, con mi ego enorme
y esta
sinrazón que me persigue
y que en cada
esquina se esconde.
A días
despierto y mis pies,
no saben hacia
dónde correr.
Tú y tus
obligaciones,
y yo
desperdiciando las ilusiones,
que nadie me
devolverá.
No perdí la
esperanza, la secuestré
y es rehén de
las circunstancias.
Siempre
soñando con volverte a ver
y con el miedo
a que nos puedan ver.
La paradoja se
instaló en nuestras vidas,
pedimos un
momento y nos dieron tres.
No te sientas
culpable,
en este
puñetero mundo nadie lo es.
Si acaso
perdidos navegantes,
a los que la
niebla no dejó ver.
Me tienes
donde estoy,
a tiro de un
hermoso café.
Al alcance de
tus manos y besos...
un segundo y
seguir sin poder ser.
Rafa Marín
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