Tenue y
callada una lágrima,
por mi cara es
copo de nieve,
que en surcos
mansa resbala.
De felicidad
plena a mi sonrisa,
como hierro
candente se agarra,
y por una vez
su invisible sal,
entre los
labios no sabe amarga.
En mis oídos
resuenan como trinos,
tu voz y sus
gemidos de madrugada.
Soy viento que
arrasa, soy vendaval y,
entre el
cañaveral pinzón,
que con su
canto se engalana.
Soy un momento
de amor y en ti mujer,
la caricia sin
canción que las manos cantan.
Soy y que más
quisiera yo que en ti ser.
Rafa Marín
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