Bajo el manto
niebla
cabizbajo
caminaba,
tras toda una
vida,
a la vejez
solitario
ahora se
acercaba;
desposeído de razón
desposeído de razón
y con el hambre
por anudada
bufanda.
Entre sus
pertenencias,
la más
preciada,
del hatillo el
pañuelo
como trofeo
aún conservaba,
un damero de
remiendos,
recuerdo de
una vida truncada.
Sin familia,
sin amigos,
sin ella, su
eterna amada.
Rafa Marín
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