En el frío balcón
sus pulmones envenenaba,
todo para saludar
al pillo que la llamaba.
Él insistente
más tabaco le mandaba.
Besos pedía.
Perdido en los recuerdos,
cuando creía en lo magos.
Pensaba que por ser malo
yo nunca pude tenerlos,
aquellos olvidados regalos.
Tristezas.
La tarde sólo será
un momento de paz
entre la tormenta
que es su recuerdo.
Un instante nada más
que se cerrara sin sus besos.
La tarde será silencio.
Paciencia pedía su boca
mientras a besos se comían.
Que duro se hace esperar
lo que tan a la mano veía.
Paciencia entre mensajes
una y otra vez se repetían.
Rafa Marín
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