Siempre fui de
no correr sin necesidad
y hoy tengo
ganas de salir huyendo.
Como cordero
que del redíl se escapa
para evitar el
sangrante matadero.
Se olvidó la
vida de mi y me cansé
de estar en
este puto agujero.
De que me
sirve el eterno callar,
si aún no me
dieron por muerto.
Añoro las
correrías que me enseñaron,
de esta
humanidad enferma su desierto.
Almas que ya sólo
saben hablar,
divagar para
acallar sus sentimientos.
Nadie
entenderá que es lo que quiero,
como
comprender esta cruel locura,
que grita por
salir de mi pecho.
Rafa Marín
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