Sin ser más de lo que cada momento pareces,
en tu sucio vacío mental te refocilas,
pues así vengan bien derechas, como torcidas,
mala la experiencia, peores los pareceres.
Si eso fue tu madre, eso serán tus hijas,
pues vives confundida en sucios los placeres,
creyéndote mejor que yo, siendo pobre Ceres,
cuando no eres más que piedra vieja y fría.
Del oropel miles los ya muertos resplandores,
de una piel tan batida en costoso cuero,
que de los partos ya no sientes ni los dolores.
Que si en mí, tú, fuiste una vez vivo fuego,
ahora arrancas el verbo de los recores,
a tu alma malvada dedico un soneto.
Rafa Marín
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