Yo no nací para ser tigre,
mi piel y mis alas, son,
duras armas de dragón.
Ven quémate es este aliento,
de la más absoluta perdición.
Seamos como el grito y el eco,
entre cañones de roca,
una febril vibración.
El sueño del paso del tiempo,
uno solo, aunque estemos,
por siempre, divididos en dos.
Rafa Marín
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