Ella, siendo ese grato momento,
en la mañana se hace esperar.
Como suspiro que dejo escapar,
cada vez que miro y la recuerdo.
Tan dulce y tierna flor de azahar,
estrella que por mí, brilla por dentro,
como el aura y sus mil reflejos,
en la que ya no caben dicha o paz.
Como la soledad del condenado,
un infierno en el que por fin vivir,
porque su voz ayer te ha llamado.
Siendo afortunado e infeliz,
pues estoy siendo hoy el gran amado,
para quedar mañana en un desliz.
Rafa Marín
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