La verdad de una mirada,
que encendida miente,
porque no ve pertinente,
arder en pura llama.
Así, quedan pendientes,
de su boca mil palabras,
mieles que ya se acaban,
en sus mejillas inermes.
Churretes de duras lágrimas,
que en el pasado se pierden,
porque ya nadie entiende,
aquellas gastadas páginas.
Todo fueron solo sueños,
al pie de una cima pelada,
eriales y un desconsuelo,
del que por no herir no habla.
Rafa Marín
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