Quiso la ventura que al mástil me dejase atar,
sin llevar velos y sin los oídos llenos con cera.
Quise para bien o para mar a las sirenas oír cantar;
un infierno que para mí fue una vida entera.
Ahora, asentado en mi reino junto al mar,
miro a Penélope y mi vida nada desespera.
Rafa Marín
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