Miro al lejano rompiente
y entre la espuma que salpica,
la ola es como mi voz rugiente.
Ondean las rojas banderas,
señales de un mar embravecido,
que a sus pies dulce muere.
Que curiosa es esa suerte,
de que al ser bella sirena,
ni a los huracanes teme.
Yo que ya solo puedo mirar,
envidio de él su suerte.
Tan joven, tan hermoso,
Un Narciso que tu boca tendrá,
mientras en mi fatal cuaderno,
el lápiz me hiere, escribiendo,
versos malditos en un cristal.
Rafa Marín
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