Sobre este puro cristal,
que no huele a papel,
voy escribiendo sin parar,
mil palabras en tropel.
Necesidades sin más paz,
qué buscar el sueñuelo aquel.
Sueños para poder cantar,
una elegía al que se fue.
No, no hablo de mi vida,
pues a ella la conservaré,
sino de este alma mía,
frágil como todo el ayer.
¿Dónde quedaron las alegrías,
aquella insaciable sed?
Un todo que pretendía,
poner el mundo a mis pies.
Se volvió dura agonía,
un guantazo de revés.
Rafa Marín
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