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domingo, 28 de agosto de 2022

Una ventana abierta al níspero (relato corto)

Era una calurosa tarde de principios de verano, Carlos abrió la ventana esperanzado. Le llegó el olor seco del níspero, los frutos empezaban a tomar color y tamaño, sonrió.
La brisa empezaba a levantarse y las hojas recias entonación el canto de la noche que se anunciaba piadosa y fresca.
Tomó un cuaderno de dibujo y unos carboncillos, como si sintiera el presagio de algo importante. Volvió a sonreír, esta vez con la alegría de quien se siente completo.
- El jardín necesita un buen riego, dijo en voz alta.
Aparcó cuaderno y carbón, Tomó la manguera y se dispuso a regar aquel trozo de vida que iluminaba sus atardeceres.
Mientras riega, ve que entre la hierba algo se mueve. Va a mirar, pero es como una sombra que se escurre, quizás fuera el agua nada más.
La tarde avanzaba y la brisa como poderoso viento se levanta. Carlos ha olvidado ya el cuaderno de dibujo, se siente un benefactor, pues con cada chorro de agua, todo parece ganar en frescura y verdor. Al fin llega al níspero y se entretiene en él para que el agua llegue hasta las más profundas raíces. 
Ya casi en el ocaso, entra y se acerca a la ventana junto al níspero. Oye a una chica llorar, pregunta quien es y como respuesta solo recibe un sollozo. 
Sale al jardín y allí encuentra a una chica hermosa que viste un precioso traje tradicional.
Tiene los dobladillo mojados y parece inconsolable.
Carlos, se siente desolado y se disculpa vehemente por haberla mojado.
Se ofrece a sacarle el vestido y la invita a entrar.
La chica lo mira y accede con una sonrisa maliciosa.
Una vez dentro, ella se desviste y completamente desnuda le entrega su ropa a Carlos.
Este se ruboriza y disimulando su estupor, le ofrece una taza de té. Pero la chica está decidida a deducirlo. Con más suerte que valor, la invita a vestirse y bailar con él, asegurando que tras el baile él será suyo. La chica acepta y Carlos se ofrece a ayudarla a vestirse. Ella, lo ve como un gesto romántico y acepta.
Así, delicadamente, le va vistiendo prenda a prenda, recitando en cada una de ellas un dulce soneto de amor. Cuando por fin le coloca el tocado, en el reloj de cuco, suenan las once de la noche y la chica, triste y llorona, abandona la casa sin decir nada.
Carlos, muy intrigado, telefonéa a un amigo, mientras mira las sombras del níspero desde la ventana.
Su amigo, tras escuchar el relato sin interrumpir, le conmina a cerrar todas las puertas y ventanas, informándole que ha tenido mucha suerte, pues la muchacha, era una Nixe, y que eran seductoras y raptoras de hombres.
Carlos, rió y no hizo mucho caso.
Así que se quedó mirando el níspero desde la ventana abierta.
Ante él, volvió a aparecer la chica. Ésta le tendió una mano y Carlos salió de la casa por esa ventana abierta al níspero. 

Fin
Rafa Marin

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