Quizás, lejana ya en el tiempo,
la memoria me engaña.
Pero recuerdo su cauce plateado,
el baile de panochas,
con la brisa entre las cañas.
Aquel rincón escondido
y tu cuerpo de ninfa,
que en el remanso se bañaba.
Recuerdo mis miradas furtivas
y la verdad de tus ojos que mi presencia delataban,
mientras tus manos se escondían,
donde tus piernas se juntaban.
Recuerdo tu risa feliz
y como con gracia,
hacia mí, agua salpicabas.
Rafa Marín
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