Se mecen, olvidados crespones,
que nadie irá a recoger.
que nadie irá a recoger.
Sombras, almas y al final nada,
en esta acuosa frontera,
que ayer fue vía de encuentros.
Nos refugiamos en nuestra paradoja.
Nos llamamos Europa
y deberían llamarnos Hades.
Sobre sus aguas quedan,
como un triste recuerdo,
los restos del naufragio.
Un remo, un trozo de vela
y siempre un juguete destrozado.
Aquellas manos,
siempre de ausente blanco,
se van a las profundidades;
donde solo habitan el miedo
y la vieja y eterna hambre.
en esta acuosa frontera,
que ayer fue vía de encuentros.
Nos refugiamos en nuestra paradoja.
Nos llamamos Europa
y deberían llamarnos Hades.
Sobre sus aguas quedan,
como un triste recuerdo,
los restos del naufragio.
Un remo, un trozo de vela
y siempre un juguete destrozado.
Aquellas manos,
siempre de ausente blanco,
se van a las profundidades;
donde solo habitan el miedo
y la vieja y eterna hambre.
Rafa Marín
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