Una rima dolorosa en ado
y el duelo cual frío verso,
en mi pecho está cantando,
un poeta al espetón bien leso.
Un palmo dentro afincado,
de brillante y duro hierro,
por las costillas atravesado,
sin tocar el blanco hueso.
Quiso sanar mi enfermedad,
como se sana al un picanton,
dándole un viaje hasta el final.
Que cruel es la agraz solución,
que sin remedio, la verdad,
me quiso enviar al cementerio.
Rafa Marín
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