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viernes, 31 de mayo de 2019

Confesión

De esta vida que llevé,
¿cuántas habré quitado?
Un rosario hecho de peltre,
del que nadie ha escapado.
Fui cometa y por los aires volé,
sin más cuerda que la de mis zapatos,
siempre empeñados en volver,
hasta el infierno me negaron.
Hoy, asomado a este cristal,
sin mas dolor que el de los años;
de mis miedos nada diré;
a pulso me los he derrotado.
Quizás no fui quien bebí ser,
pero soy el que se ha mostrado.
Duro pedernal soy sin pretender,
para la vida así me educaron,
ni la muerte de mi quiso saber,
aunque siempre me esté rondando.
Hago esta confesión, tal vez,
porque la vida me está premiando:
a veces con tu querer y,
otras con el silencio de tus labios.

Rafa Marín

Humanos

Somos demasiado burgueses
para la revolución
y demasiado cobardes para la trinchera.
Somos demasiado necios
para creer en el amor
y nos creemos tan listos,
que nos engaña cualquiera.
Somos todos hidalgos;
nadie quiere ser del montón,
pero queramos o no, todos cenamos,
aquella sopa de piedras.
Somos, tan solo seres humanos,
enfermos por nuestras miserias.
El orgullo que nos mató,
seguirá coronando nuestras cabezas.
Rafa Marín

Vamos chico

Vamos chico, no te pares,
adelanta las horas de tu reloj;
ya te hicimos culpable,
ya te sumergimos en rencor.
Vamos chico, no te pares,
queremos tu puto honor,
queremos que te calles,
elige sólo tu perdición.
Vanos chico, es inevitable,
por ti nunca nadie lloró;
vamos chico sal a la calle,
prende fuego al contenedor,
tira piedras, rompe cristales,
sirenas y miedo son lo mejor.
Vamos chico, eres el salvaje,
de ti habló la civilización,
carne para los correccionales,
un cuerpo en un jergón.
Vamos chicos, seréis...
poco más que animales.

Rafa Marín

jueves, 30 de mayo de 2019

La prueba ( relato corto)

Aquella mañana, los profesores del claustro sonreían satisfechos. La turba de zagales, habían atado a uno de ellos a un jumento y tras azuzar al animal, se dedicaban a tirar piedras al desgraciado que arrastraba detrás.
- ¡Es maravilloso! Jadeó el profesor de filosofía, llevándose las manos a los ojos llorosos.
Tras contemplar la escena durante al menos media hora, por fin, el director del colegio dio la orden de acabar con aquella chiquillada.
El alumno había muerto hacía ya un buen rato, aunque respiraba y sus heridas sanasen, ya sólo era un muerto.
El periodista, miraba con asombro a su interlocutor.
- ¿Está seguro de que me dice la verdad? Insistió mirando a los ojos glaucos de aquel hombre ya anciano.
El viejo lo miró y afirmó con un movimiento de cabeza.
- Deje que le explique, dijo y se tomó unos segundos antes de continuar.
- Cada 5 años, en el colegio se realizaban unas pruebas, estas tenían como objetivo, medir el cociente intelectual de cada uno de los integrantes del internado, profesores incluidos.
- No comprendo, insistió el periodista.
- No tema, usted nunca hubiese sido arrastrado por el burro.
Fin
Rafa Marín

La verdad

Creo que soy el menos indicado
para decirles que deben interpretar.
Pero si mirasen un poco más adentro,
justo ahí, donde las sombras huelen
a tormento y soledad.
Quizás sepan de que estoy escribiendo.
Noches de ira, de muros ardiendo
y este puñetero corazón que siempre pide más.
La verdad que proclaman al viento,
esos descarnados labios que no saben besar.
Un niño que corre,
sin saber que en verdad está huyendo
y su madre que no lo sabe amar.
¿Por qué? gritan desde el cielo,
las gaviotas, siempre alejadas del mar.
Anidando en estos estercoleros,
que son vida y codicia, nada más.
No, no quiero ser sincero y tú,
¿para que quieres mi verdad?
Al fin y al cabo, estás hecha de miedo,
como todas las demás.
Ve y quéjate de tus infiernos.
¡Pobre! Todos los mancos gritarán.
Mas, nunca tendrás esa mano,
que sin llamarte amiga te abrazará.
Rafa Marín

lunes, 27 de mayo de 2019

Nunca diré adiós

Nunca más diré adiós,
que triste es la despedida,
una sombra sin calor,
una flor que se marchita.
Me quedaré aquí,sin voz,
como la dura arenisca,
en este camino bajo el sol,
esperando acabe mi vida.

Rafa Marín

martes, 21 de mayo de 2019

Hay aquí

Hay aqui un deje,
que se viste de mañana
y ratos de sombra y sol.
Unos ojos salinos perdidos
y también un arriate en flor.
Hay un, ¿por qué vinimos?
Entre los ayes y su dolor.
Paraísos del destino,
cuentas de cristal multicolor.
Hay fríos que son cansinos
y tórridas pieles del sinsabor.
Vidas que no vivimos,
porque nos faltó valor.
Hay, amagos escondidos,
púrpuras del corazón.

Rafa Marín

lunes, 20 de mayo de 2019

Historia de un soldado (3)

Capítulo 3
(La herramienta)

Despertó a causa del frío, la noche parecía no querer acabar, el agujero estaba húmedo y le dolían las rodillas. Buscó en un bolsillo, el paquete de Cámel, estaba arrugado, se aseguró de que no quedaba ningún resquicio por donde pudiera salir la luz y prendió un cigarrillo.
Mientras se frotaba las rodillas, pensó en el día que iba a empezar, todo estaba previsto, menos los imprevistos. Sonrió y dejó escapar una bocanada de humo, los imprevistos...

Unos años antes.

Se hizo oficial, un teniente más, pensó al arrojar al aire su gorra de plato. Felicitaciones, abrazos y sobre todo soledad, en la grada no había padre orgulloso ni madre llorona. Sólo un coronel serio que hablaba con el otro de civil.
Se acercó a ellos y ellos le dejaron acercarse. Un apretón de manos y muchos silencios.
- Partes para tu destino, esto solo acaba de empezar.
El hombre de paisano miró entre curioso y asombrado.
- ¿Este, es él?
El coronel no contestó, sólo miraba al frente, su mirada se perdía al fondo, donde la línea de árboles.

En el agujero...

Los años en el GOES, los años de academia, le hicieron fuerte y a la vez recibió una base cultural notable. Esta última se estaba desmoronando a marchas forzadas, sonriendo se sacudió esas ideas y comenzó a montar el arma.
Hasta su madriguera se arrastró el observador, parecía sacado de un cómic de Hazañas Bélicas.
Se miraron, como se miran dos viejos lobos, sonrisa cansada y sin ganas de erizar el lomo.
- Al menos, dijo el observador, no sabrán que estamos aquí.
Ultimaron el arma, un sistema de guiado por láser, lo camuflaron y se tumbaron a esperar, la columna aparecería sobre el puente y la neblina del río en poco más de una hora.
En suss auriculares empezó a sonar la llamada de control.
- Aquí nido uno, conteste ojo rojo.
- Aquí ojo rojo, dijo, adelante nido uno.
- Aquí nido uno, los pájaros están en el aire. Tiempo para contacto + 60 y restando.
- Aquí ojo rojo, roger, + 60 y restando.
- Aquí nido uno, próximo contacto en + 30.
- Aquí ojo rojo, roger, + 30, corto.
Siempre odió lo repetitivo de las comunicaciones, pero era así y no iba a cambiar.
El sol poco a poco fue calentando la zona, el puente estaba precioso y bajo sus arcos el río emanaba paz.
- Es una pena, le dijo a su compañero.
- ¿Qué? Le preguntó este.
- El puente, dijo, es bonito.
- No es más que otro puente, ya harán otro nuevo. Contestó el observador con una mirada maliciosa.
- Aquí nido uno, conteste ojo rojo.
Aquí ojo rojo, + 30 y restando. Sin movimientos.
- Aquí nido uno, detectada columna. Todo según previsión.
- Aquí ojo rojo, roger, continuamos previsión.
- Aquí nido uno. Próximo contacto en + 10.
- Aquí ojo rojo, roger. Contacto en + 10. Corto.
El observador, señaló al horizonte, sobre la vía férrea se veía movimiento.
- Ya están aquí, puntuales como un novio. Y soltó una carcajada.
- Aquí ojo rojo, conteste nido uno.
- Aquí nido uno, adelante ojo rojo.
- Aquí ojo rojo, contacto visual confirmado. Encendido dispositivo.
- Aquí nido uno. Confirmado contacto visual, dispositivo en encendido.
- Aquí nido uno, para pájaros uno y dos.
- Aquí pájaro dos.
- Aquí pájaro uno, adelante nido uno.
- Aquí nido uno, dispositivo encendido, conecten localizador.
- Aquí pájaro uno, roger. Activado localizador.
En haz de luz láser se centró sobre una de las tirantas del puente, un diminuto punto que sólo los cazas verían.
Asomaron los vehículos y a lo lejos sonaron los motores de los aviones. Luego se oyeron los misiles, cuatro.
La columna alcanzó la mitad del puente a la vez que los misiles,
Se ocultaron en el agujero y la explosión hizo temblar ese trozo de mundo.
Dejaron pasar unos segundos y el observador asomó la cabeza.
- Menuda escabechina, comentó.
- Aquí ojo rojo para nido uno.
- Aquí nido uno, adelante ojo rojo.
- Aquí ojo rojo, objetivo alcanzado y destruido. Nos retiramos a territorio no hostil.
- Aquí nido uno, roger. Objetivo destruido. Autorizado repliegue.
- Aquí ojo rojo, roger. Corto.
El regreso fue duro, un silencio compartido con otro silencio que caminaba a su lado.
El punto de recogida llegó, sin novedad ni gloria, siempre con el consabido silencio. Un trozo de metal unido a un trozo de tela y un informe más en su expediente.
Los días fueron pasando y como siempre, recibió una nueva orden, le habían adscrito al servicio de inteligencia militar, junto con un ascenso. Ahora era capitán, pero no mandaba ninguna compañía.
Fue enviado a un centro especial de entrenamiento. A partir de ahora se dedicaría a la obtención de información.

Fin
Rafa Marín

Las botas y la flor ( relato corto)

Esta historia, como casi todas las historias, comienza al final de otra historia.
Era un día de primavera, uno de esos lluviosos pero a la vez lleno de grandes y luminosos claros. El campo resplandecía verde y hermoso y, al pie de un camino se asomaba una bella flor.
Todo parecía perfecto, hasta la tenue y perfumada brisa que soplaba. El camino, permanecía en silencio, el día ya se terminaba, cuando de repente, se oyeron los pasos de unas botas al caminar.
No eran una simples botas de agua, no. Estas eras de montaña y sus suelas estaban tachonadas de hierro. Los pasos se acercaban rítmicos y resueltos, despreocupados; hasta felices podría decirse.
La flor, tembló un poco con una racha de viento y descuidadamente se asomó, dejándose ver.
Por un momento, las botas se pararon junto a ella y dijeron:
- Hola, bella flor.
La flor se sintió muy contenta y con un breve movimiento de sus pétalos les respondió:
- Que bonito debe de ser recorrer mundo y no sentir miedo.
- ¿Qué temes tú, bella flor? Eres hermosa y no haces mal a nadie.
- Temo que me vean y me talen, para ponerme en un jarrón, o que un herbívoro pase y me coma.
Las botas pasearon en torno a ella y le dijeron.
- No temas, nosotras jamás te haremos daño.
La bella flor, agradecida, desplegó el brillo de su mejor color.
Entonces, sin previo aviso, una de las botas la pisó, aplastándola contra el suelo.
-¿Por qué me has pisado? Dijo la flor entre sufrimientos.
- Lo siento, dijo la bota, pero no soy dueña de mis pasos.
Las botas siguieron su camino, siempre con su ritmo sereno y tranquilo.
La flor, poco a poco se recupero, pero nunca volvió a ser la de antes.
Fin
Rafa Marín

miércoles, 15 de mayo de 2019

Mar de espigas

Sobre un mar de espigas,
poder mis manos posar,
mariposas que en tu piel anidan
y que sueñan con poder volar.
Tanta sed tiene mi vida,
que ni un río de sangre
la pudo ahogar;
tanta sed madre,
que luche por no llorar.
Escaleras al infierno
que volvería otra vez a bajar.
Rafa Marín

martes, 14 de mayo de 2019

No callar

Que loco azar esto de la vida,
siempre corriendo de aquí para allá,
mientras olvidaba que vivía.
Reflejos del acuoso pantanal,
tan gris la reseca ceniza.
¿Quién me hará hoy callar?
Mi voz no es pura melodía,
ni fuente clara como el cristal.
Es la más dura agonía,
no callar para no pensar.
Rafa Marín

Los versos

Con lo bonitos que serian,
tres o cuatro versos más.
Tú, que en el negro silencio,
te empeñas en dejarlos hibernar,
como perezosas marmotas.
De esa pereza que es,
el no dejarse arrastrar,
por la voz y su marea.
Tú, poeta, eres el que más pecas,
rendido al placer ahora estás,
complaciente sonrisa rota.
Rafa Marín

Ojos color canela

¿Qué le puede faltar a esa tristeza
color canela de sus ojos?
Inundados siempre de juventud,
para perderse en la pena de quien
solo pisó afilados abrojos.
Rosa boca juvenil,
que nunca mis labios besan,
porque no quiero hacerla sentir,
el amargo sabor de ser sólo un antojo.
¿Qué puede mi boca decir,
para que suspirando cierre los ojos?
Para verla un momento sonreír
y sus mejillas pintar de rojo.
Rafa Marín

lunes, 13 de mayo de 2019

En ado

Una rima dolorosa en ado
y el duelo cual frío verso,
en mi pecho está cantando,
un poeta al espetón bien leso.

Un palmo dentro afincado,
de brillante y duro hierro,
por las costillas atravesado,
sin tocar el blanco hueso.

Quiso sanar mi enfermedad,
como se sana al un picanton,
dándole un viaje hasta el final.

Que cruel es la agraz solución,
que sin remedio, la verdad,
me quiso enviar al cementerio.

Rafa Marín

Me gusta

Me gusta leer, me gusta escribir.
Me gusta comer con hambre
y el queso con aceitunas.
Me gusta la lluvia cuando cae,
me gusta con ella mojarme,
recorriendo las veredas.
Me gusta soñar,

pero sólo tengo pesadillas.
Me gusta mirar por la ventana
y sentir en mi cara la brisa.
Me gusta cuando me miras
y esa sonrisa que escondes,
porque lo haces a hurtadillas.
Me gusta una historia interminable,
rodeado de cañas y de orillas.
En este río sin ribera,
me gustan tus ojos chiquilla.
Me gusta reír a carcajadas
y llorar desconsolado,
porque me gusta la vida.

Rafa Marín

domingo, 12 de mayo de 2019

Casualidad

Sé...
por esa casualidad del vivir,
que tú me estás oyendo.
En cada palabra dicha,
cada signo, cada verso;
oigo tu corazón latir,
rugido de un tren expreso.
Así que si quieres venir,
olvida riendas y frenos,
que te quiero hoy sentir,
como a la tormenta y sus truenos.
Rafa Marín

sábado, 11 de mayo de 2019

La escopeta ( relato corto)

Apenas podía sujetar la escopeta de caza, sobre la mesa estaban: trapo, baqueta y aceite. Le gustaba pasar sus dedos por los arabescos grabados en los cañones pavonados y duros. Siempre relacionó el color del arma con el frío que invadía la carne de los conejos.
Su padre, hoy estaría satisfecho, el interior de los dos cañones del arma brillaban como dos plenilunios en la madrugada. No sin esfuerzo, la montó y la guardó en su funda. Después la llevo al armario, junto con las demás y, tomando otra, comenzó el proceso para su limpieza. Cada escopeta de cañones paralelos, contaba de tres partes: culata, cañones y guardamanos.
Se pasó todo el día con esa tarea, a la mañana siguiente, su padre saldría de caza y las herramientas debían estar listas, la carne alimenta al cuerpo y un cuerpo bien alimentado es fuerte y productivo.
La tarde trajo a un padre borracho y cruel, ya estaba tardando oyó decir a su madre y aunque lo intentó, no le dio tiempo a huir.
Todo estaba mal, todo su trabajo y dedicación, las escopetas eran pura cochambre. Entre bofetadas, insultos y amenazas, hubo de volver a limpiar las armas.
Esta rutina que todos conocían, se repetía muy a menudo y con ella fue creciendo.
Una tarde, ya con nueve años, su padre volvió como casi cada sábado, borracho y violento, le golpeo y tuvo que rehacer lo ya hecho, pero por primera vez, la escopeta era liviana en sus manos.
A la mañana siguiente, su padre encontró sobre la mesita de noche dos cartuchos y a los pies de la cama la escopeta y una nota. Esta rezaba así:
"Cuídate de no dormir muy profundo, nunca se sabe quien carga la escopeta y si ésta es disparada por un borracho"
Su padre siguió bebiendo y siguió siendo violento, pero nunca más volvió a dejar que el niño tocase las armas, de hecho, durmió mal desde entonces.
El tiempo siguió pasando y el niño, ya con catorce, dejo de ser niño y su padre no volvió a pegar a nadie más.
Fin
Rafa Marín

Fui

Fui perro sin dueño,
eterno transitar
de las cunetas vacías.
Fui, a veces hombre
y otras oscuro lobo,
para las almas honestas.
Escupí palabras con odio,
que fueron balas perdidas
y con la sangre de mis lágrimas,
cegué sus ojos sinceros.
Para sus manos soy despojo;
carne que palpita siendo,
ya en su vida un muerto.
Rafa Marín

viernes, 10 de mayo de 2019

Poesía

Poesía eres tú, ella y la otra también.
Lo es la luna cuando asoma
y la rosa olvidada.
Es poesía cada madrugada entre cartones o el llanto de un bebé.
Poesía es cada muerte anunciada;
¿qué sería la vida, si la parca no viene?
Poesía, por qué no,
es la pena cuando habla, una lágrima y la risa.
Poesía, tus manos ajadas y cansadas,
las arrugas de la edad
y una cuneta en primavera.
Poesía, son las calles atestadas,
la sinfonía de la brisa atrapada en el pinar.
Lo es la lluvia y la rivera,
un junco que se curva
y mi sonrisa que no puedes ver.
Poesía es un te amo, el olvídame
y de las aves su canto.
Poesía, escribir cada día y cada noche, delante de un café.
Poesía,  es llegar a casa,
para olvidarme del estrés.
Poesía, quizás no sean estos versos,
aunque poesía todo lo es.
Un murmullo y un disparo,
si miras y un sentimiento ha despertado.
La vida es poesía, con sus malos tragos
y la bendición de poderte ver.
Poesía, lo fueron Shakespeare, Calderón y Cervantes
y tantos y tantos botarates que una vez suspiraron.
Rafa Marín

Tres días ( relato corto)


Día 2

En la cafetería de la esquina, Stefan, se afana con los cafés y los "minis". Es joven, casi 20 años menos que yo. De vez en cuando se me queda mirando, supongo que le puede la curiosidad, un tío como yo, rodeado de mamis y sin prestarles atención, como un árbol añoso y solitario.

Hoy está distraído, como si algo le preocupara. Su compañera lo mira y mueve la cabeza. Los miro, me ven, sonreímos, pero Stefan, lo hace sin ganas. Es la 4° vez que mira por la ventana. Me pido otro café americano, ya saben, aguado y dulce. Sé que le ocurre a Stefan, como todos.

Ella aún no ha pasado, no sabe que nunca más va a pasar y nadie se atreve a decírselo. Ayer, casi a las cuatro de la tarde, ella dijo basta y saltó. Era joven y guapa, una chica bien, sin problemas ni traumas. Dicen que se cansó del silencio de su habitación.



Día 1

La mañana despierta soleada y húmeda, el verano tiene prisa y Anna también. Aparece torciendo la esquina, con su vestido corto y su melena despeinada. Hace años que no es feliz, pese a su juventud, su belleza y familia. Pasa como un reflejo por la cristalera de la cafetería.

Stefan sonríe al verla y como si todo fuera perfecto, agacha la cabeza y se aplica con los "minis", nos conoce tanto, es capaz de adivinar que vamos a comer. Siempre le dejamos acertar, una inocente concesión para con quien cada mañana nos da de desayunar. Le imagino junto a Anna.

A las tres, Stefan se marcha a su casa, le esperan su madre y un perro ciego al que ha de pasear. Estamos de tertulia, me sorprende ver gente correr, nos asomamos a la entrada de la cafetería, al fondo de la calle se ve gente. Nos acercamos y, ahí está Anna, rota.



Día 3

Me levanto perezosamente, hoy la mañana no es brillante, no huele a mar, parece que el invierno se ha instalado de nuevo en la ventana. Desayuno en la cocina, solo. Hoy no hay bar de la esquina, ni Stefan, ni Anna pasando triste y despeinada. Abro la ventana y todo es silencio.

Me ducho y me visto de riguroso negro, mientras bajo a la calle, pienso. ¿Qué hará Stefan? Me sorprendo al verlo plantado en la esquina, me ve y se acerca despacio, no parece joven. Sus ojos están rotos por el llanto, me alarga unas flores y se marcha en silencio, como una sombra.

El funeral, es curioso, cuando muere alguien tan joven, no hay palabras de consuelo, sólo la tristeza, que se aferra a cada una de las personas presentes. Me acerco al ataúd y dejo sobre el pecho de Anna las flores de Stefan, todos saben que son de él, hasta Anna.

Fin

Rafa Marín


jueves, 9 de mayo de 2019

Ilegales

No visten vistosos uniformes,
ni a su tierra llaman patria.
Sus ojos son tristes pendones,
que al hambre gritaron basta.
Sin un don llevan el nombre,
su piel nunca será blanca.
El mar se lo lleva a montones,
hasta la muerte esta ya harta.
¿Dónde están esa razones,
que esgrimimos como navajas?
En sus pechos hay corazones,
que como en los nuestros trabajan.
Sangre que mana a borbotones
y para nosotros no son nada.
Rafa Marín

Europa y sus fronteras

Se mecen, olvidados crespones,
que nadie irá a recoger.
Sombras, almas y al final nada,
en esta acuosa frontera,
que ayer fue vía de encuentros.
Nos refugiamos en nuestra paradoja.
Nos llamamos Europa
y deberían llamarnos Hades.
Sobre sus aguas quedan,
como un triste recuerdo,
los restos del naufragio.
Un remo, un trozo de vela
y siempre un juguete destrozado.
Aquellas manos,
siempre de ausente blanco,
se van a las profundidades;
donde solo habitan el miedo
y la vieja y eterna hambre.
Rafa Marín

miércoles, 8 de mayo de 2019

Crece esta necesidad

Crece esta necesidad,
que por mi garganta asciende.
Cierro la boca,
pero quiero ponerme a gritar.
De todo lo que digo,
te haces la sorda.
Sé que tú eres la quilla que navega
y yo, yo sólo soy ola.
Un pequeño pico,
que bajo los vientos
asoma en el mar,
para romperme en espuma,
sobre las rocas como cristal.

Rafa Marín

martes, 7 de mayo de 2019

De tus ojos

Si de tus ojos, un mar,
como olas de espuma,
las lágrimas veo brotar.
¿Qué hacer pudiera,
para tanta pena,
poder con mi voz calmar?
¿Un soneto a la alegría,
una oda quizás
o como Bécquer hacía;
las más dulces y tristes rimas?
Ay! Que me pierde esta boca
y la pasión de mi osadía.

Rafa Marín

Retazos

Es un desdibujado recuerdo,
las manos sucias y el labio partido.
¿Acaso vencer importaba tanto?
Me miras y me encojo de hombros,
nada de lo que pueda decir,
justificará mis pasadas acciones,
pero tu voz se vuelve susurro,
con un apagado  y gentil gracias.
Me doy la vuelta y otra vez,
este camino solitario me abraza.
La sombra bajo mis cansados pies,
es este yo que hoy me acompaña;
la realidad del ser ya vencido,
retazos que a tus sueños abraza.
Rafa Marín

domingo, 5 de mayo de 2019

Día de la madre

A vosotras que sois madres,
bendición que yo ya no tengo,
un amor, con nada comparable;
por eso estos pequeños versos.

Cada mañana cuando nace,
sin vosotras esto sería un infierno,
¿Quién sino las bellas madres,
son entrega y abnegado esfuerzo?

Hoy no solo es vuestro día,
también de las que marcharon,
porque tiene que seguir la vida.

Quizás poco hoy nos asombramos,
pero que sentido vivir tendría,
sin el beso de mamá y sus manos.

Rafa Marín

jueves, 2 de mayo de 2019

Orgullo

No tiene quien le llore,
ya solo le queda orgullo;
caudal de los dolores,
que siempre quiso suyo.
Perdido en ensoñaciones,
de su corazón tan puro,
cree que son como flores,
los que adulan sin escrúpulos.
Porque su alma solitaria,
no consigue que la entiendan,
perdida esta en las montañas.
Todo lo que le pidieran,
hasta el cuello a la guadaña,
para que lo comprendan.
Rafa Marín

Ya no arden

Ya no me arden los labios,
ya se apagó su sed,
tantas noches esperando,
los volvieron frágil laurel.
De ellos, perfumado canto,
nacen versos que no vas a leer.
La distancia nos va separando,
que bella es la luna cruel.
En tu orilla está rielando
y de mí escapó como el ayer.
Rafa Marín

Pétrea soledad

Sobre la pétrea soledad,
de sus altos muros,
donde descansan olvidadas,
paz y armonía, mira:
¿Que más da?
Bajos sus pies se amontonan,
como perdidos susuros,
los te quiero y los miedos;
todo se volvió fría niebla.
Sólo de vez en cuando,
un tenue rayo de sol brilla,
un yo, que no quiere claudicar.
Rafa Marín

Entra

Entra, protégete de la noche,
hay en mi un manto,
que solo es frío y oscuridad.
En el se oculta el tiempo,
ahora sabe que ya no estás.
Mi refugio, tierra a dentro,
montañas de mi verdad;
donde puro sopla este céfiro,
que silencia a las sirenas y su mar.
Ven, soy el inerte hierro,
que el fuego puede moldear,
mientras cae la maza del cielo;
contra el yunque del silencio,
la pena me quiere matar.
Rafa Marín

Somos

Somos el ying y el yang,
dos dragones que luchan,
perdidos en la oscuridad.
Largo se hizo mi invierno;
tanto como el tuyo será.
Primaveras y otoños,
estaciones del desencuentro.
¿Cuándo ese mundo nos acogerá?
Vidas sin vivir y la muerte,
como siempre, ya esperando,
quizás sea solo allí,
donde uniremos nuestros cuerpos.
Rafa Marín

miércoles, 1 de mayo de 2019

Islas del Mediterráneo

Islas del Mediterráneo,
vergeles por necesidad,
tantas veces las visitamos,
para ser parte de su verdad.
Una que fue en el pasado,
prisión y feroz crueldad,
despierta hoy tus halagos,
sitio donde vas a descansar.
Lo creas o no hermano,
esa isla es de verdad,
soledad para mis veranos.
Cuando allí se marcha ella
y a mí no me quiere llevar.
Rafa Marín

En esta hora

En esta hora que se llenó
de quimeras y oropel.
Espejos de una vanidad,
que ruborizada se esconde,
miro a este cielo pálido,
éter sin ninguna verdad.
Del ayer sólo me quedan,
distorsionados recuerdos,
otra mentira más que contar,
entre palabras maldiciendo,
para nunca dejar de soñar.
Rafa Marín