Despierta la voz del poeta,
hambre de besos largos;
en la boca que otro besa.
que crueldad tiene la cosa,
Él, siempre sin saciar se queda.
No importa si gime, si llora;
solo camina el loco poeta.
Suben al cielo sus versos
mientras al infierno su alma llega.
De sueños sus ojos están llenos,
sus dedos manchados de tinta,
sin sentir en ninguno de ellos,
esa piel que a escribir le incita.
Soledad y frío y pena y llanto,
esa es la vida del poeta,
sin nadie que de verdad le crea.
Rafa Marín
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