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lunes, 2 de julio de 2018

El sueño (relato corto)

Desperté; hacía calor y en la oscuridad de la habitación notaba la humedad en mi cuerpo. A mi lado había una persona, palpé con cuidado, era una mujer, pero aunque estaba como yo, su cuerpo era como un bloque frío de gelatina. Encendí la luz y se destapó el peor de los infiernos, todo estaba lleno de sangre, la cama, las paredes, el suelo ... yo. La mujer, tenía los ojos abiertos y una horrible herida que casi la partía en dos.
Empezaron a sonar golpes en la puerta, las voces de quienes gritaban la palabra ¡policía!, en su misma urgencia me aturrullaban; miré en derredor, no recordaba nada, bueno si, la voz de ella invitandome a subir.
Resbalé con la sangre del suelo y caí; bajo la cama, dos destellos verdes y una sonrisa malévola me observaron.
Abrí y cerré los ojos, allí no había nadie, quizás fue el absurdo deseo de que todo fuera algo ajeno a mí voluntad.
Recuerdo el tropel de agentes, sus caras de espanto, como me leyeron mis derechos...el metálico chocar de la puerta de la celda...
Recuerdo la mirada de desprecio de mi abogada de oficio, los interrogatorios y el nombre con el que todos llamaban a la víctima, recuerdo la primera vez que lo oí; Anastasia. Tenía 30 años y aquella fatídica noche de la que nada recuerdo...se cruzó conmigo. Los días monótonos de la prisión preventiva, se vieron alterados por el inicio de la vista oral, mi abogado (ya no era de oficio), Me miró y me dijo, sólo tienes tu laguna mental, y ellos tienen todo lo demás, será un juicio rápido y no tendrán piedad. No recuerdo las palabras que utilizó el fiscal en su alegato, pero si sus ojos de mirada desorbitada y sus labios al abrirse y cerrarse en una boca espumareante y gritona.
Como se esperaba, la sentencia fue solo un trámite, cadena perpetua...
Recuerdo al alcaide y sus normas, y como tirado en el catastro se apagó por fin la luz...
Me desperté, había soñado, un largo y agónico sueño, a través de las cortinas se filtraba la luz del amanecer, suspiré lleno de alivio.
Entonces oí una voz que gritaba ¡policía! ¡policía!, abrí los ojos, hacía calor y mi cuerpo notaba la humedad que lo bañaba; había una persona a mí lado...
Fin

Rafa Marín

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