Azucenas y rosas blancas,
lluvia que incesante cayó.
Un cartón de huevos grandes,
en la trasera del coche tú y yo.
Al llegar al merecido homenaje
incrédulos nos miramos los dos,
aquel cumpleaños y el instante,
nuestra memoria así lo guardó.
Vino rosas y el temido baile,
en noche de bronca se acabó
para amanecer entre tus carnes,
que de París el tango rememoró.
Subir al cielo para regalarte
lo mejor que tuvo mi condición.
Noche de bodas y otros disparates
se fundieron en un solo corazón.
Rafa Marín
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