Ahora, con los ojos muy abiertos
voy caminando en esta noche
que se llenó de dudas y desconcierto.
Pasacalles de un desfile sin alma
donde todos son personajes siniestros
buscando entre los cubiles carnes blancas.
Comensales que llenaron sus infiernos
entre ágapes más fruto del derroche
que del placer y disfrute placentero.
Y camino, siempre por delante mi fama
y a la espalda la mochila del descontento
que no es más que la conciencia que llama.
Rafa Marín
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