Se marchó un atardecer,
como se marcha el verano,
con una tarde de lluvia,
el cierre de la temporada de baño.
Como se marchan los turistas,
arrastrando sus maletas en silencio.
Me dejó, como me dejan los otoños,
tardes de melancolía y un libro.
Hoy, mientras repasaba mis recuerdos,
vi aquella vieja carta, que ya no leo.
Aún conserva el borrón de una lágrima
y el perfume que ya no huelo.
Pero sé que, quizás algún día,
cuando pase mucho tiempo,
alguien, ordenará este cajón siniestro
y verá, que su vida, aunque triste,
nunca será, como mi tormento.
Rafa Marín
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