Amanece con lluvia de otoño,
con suelos brillantes
y un abrigo del pasado año.
Los recuerdos, un río enturbiado,
me hablan de lo que no hicimos.
Del miedo a perdernos,
entre los fríos charcos.
Salgo al camino corriendo,
Salgo al camino corriendo,
miro las hojas que caen
y no me pregunto si sufren.
¿Quién quiere ya los lamentos,
de bocas que no son voraces?
Pero sigo la línea del camino,
con sus impacientes cunetas,
llenas de olvidados muertos.
El verde que las orillea,
como un trazo de vivo fuego,
me habla de la impertinencia,
de los que exageran su odio.
No, mis manos no tiemblan,
fueron hoces sin mella,
en los oscuros pasados,
de aquellos perdidos bosques.
Rafa Marín
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