Si por gozar sus encantos,
que mentirla yo tubiera,
no habrá mayor bellaco,
de boca tan zalamera.
Pues son sus dulces labios,
los que los míos desean;
un premio a mi descaro
y que el infierno me pierda.
No es mentira lo que digo,
es la verdad de mi corazon,
en cada uno de sus latidos.
No me impulsa otra razón,
sentir sus quedos suspiros,
mientras nos devora la pasión.
Rafa Marín
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