Pasó triste la mañana,
un azul que fue gris,
un tiempo y unas ganas,
que se quedaron sin ti.
Estas letras sin llamas,
no son un corazón juvenil,
sino la fantasía apagada,
de quien sueña verte venir.
Bajo la sombra preclara,
de este limonero gentil,
pienso en esas sábanas,
que nos hicieron sentir.
Que cortas las madrugadas,
entre caricias sin fin;
juegos y besos sin calma,
con el canto de nuestro gemir.
Para de eso ya no queda nada,
pienso, si llegó a existir.
Porque mi memoria se afana
y ya no recuerda si lo viví.
Rafa Marín
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