Corre esta vida que me regatea;
entre el sudor y la dura soledad
de mis manos siempre vacías;
como si en ella se fuera a sí misma.
Escondida entre las piedras
y las amapolas con sus cunetas.
Hoy serán mis lágrimas cristalinas,
camufladas entre el verde
de la frondosa hiedra,
las que hablen de mi cual conciencia.
Avatares que no eran juegos,
sueños perdidos, noches de penitencia;
oxidados puentes de hierro,
odas para la estúpida melancolía.
Ya no corre roja por mis venas,
la sangre que manar pedía;
solo este fluir de negras letras,
que más que vivir, soñar querían.
Rafa Marín
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