Yo quisiera ser dócil,
como un caballito de carrusel.
Pero me corre ícor por la venas
y los dioses quieren verlo correr.
Tengo siempre hambre,
esa es mi condena
y por eso te quiero conocer.
Donde la paz para otros es familia,
hijos y carrito de supermercado;
para mí está en mirar a los ojos,
besar sin tiempo, pedirlo todo.
Tú, que no me quieres creer,
acabarás en mis brazos,
sintiéndose bella y mujer.
Rafa Marín
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