Vistas de página en total

viernes, 2 de noviembre de 2018

Camino nocturno (relato corto)

Prendió la antorcha y la arrojó dentro de la choza. Al poco las llamas devoraban el techo de paja y las paredes de madera, el fuego se reflejaba en su mirada. A su espalda el grupo de hombres la miraba. Ella se volvió, dejó caer su ropa y desnuda sonrió tristemente.
En ellos la lujuria se desvaneció, quién quiere poseer a una mujer que ya está muerta. Ella caminó hacia ellos desafiante, como lo hace quien ya no teme a nada. Los soldados subieron al camión, el silencio se rompió con el traqueteo sordo del motor al arrancar.
La mujer rompió a llorar, el camión se alejaba y atrás quedaba un paisaje de destrucción y muerte. La mujer tomó sus ropas y tras vestirse comenzó a caminar en dirección  contraria a la del camión. El camino le pareció infinito y frío, como la noche que se acercaba.
Caminó toda la noche, ajena a cualquier sentimiento y al cansancio; atrás quedaban su familia muerta y sus recuerdos. El amanecer la hizo estremecerse de frío y cansancio, sintió sed y antes de darse cuenta cayó de bruces y todo se volvió negro.
Cuando abrió los ojos todo estaba en penumbra, sintió el cálido abrazo de las sábanas y el olor a flores que llenaba la habitación.
Sobre una silla que había junto a la cama había ropa doblada y limpia, se vistió y salió. El lugar estaba desierto, pero se notaba la presencia humana en cada rincón; las paredes estaban decoradas y las flores llenaban el lugar. Vagabundeó hasta encontrar la cocina. Allí una mujer se afanaba entre pucheros y viandas, la saludó con una sonrisa y le preguntó si tenía sed o hambre. Pidió agua y bebió con avidez.
Un rato después empezaron a llegar más mujeres, todas jóvenes y hermosas como ella, todas parecían felices y vestían igual. Preguntó que lugar era ese y la miraron sorprendidas. Una de ellas la tomó de la mano y la guió hasta el exterior, en un cielo color violeta, brillaban dos lunas verdes. La mujer Preguntó - ¿Estoy muerta?
La otra mujer la miró y le dijo - No, sólo has abandonado un lugar de muerte y ahora habitas otro mundo.
A lo lejos se veía el ir y venir constante de grandes naves espaciales.
En ese momento supo que sería feliz, que los recuerdos irían desapareciendo, como desaparece la niebla bajo un cálido sol primaveral.
Miró s la mujer y sonriendo dijo; me llamo Laura.
La otra mujer le devolvió la sonrisa y contestó: ven, que te presento al resto.
Fin

Rafa Marín

No hay comentarios:

Publicar un comentario