Se alza limpia la noche,
entre el despertar de las estrellas
y el viento que sopla de levante.
Hay una voz que prefiere callar,
sus ojos son un mirar constante.
Tiene la mirada roja de tanto llorar
y esa pena en su alma esconde.
Hay una voz que no me quiere hablar,
no sabe que la mía hoy responde.
Sus sueños, ¿quién los pudiera abrazar
entre el raso de sábanas sin nombre?
Febriles miradas queriendo gozar,
como si aún fueran felices jóvenes.
Rafa Marín
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