Soy ese perro abandonado
que no tiene a donde ir,
buscando el refugio
donde no hay abrazos.
Aquí, tras este cristal,
que nos señala
y nos dice;
que a todos engrandece,
sin el que ya no sabemos vivir.
Grande es esta soledad a veces,
como un desierto sin arenas,
un sueño que siempre me vence;
no se porqué volví.
Las gracias que no se merecen,
estos miedos que siempre viví;
me traen otra vez a esta vacía casa,
a la que ayer otra vez maldecí.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario