La lluvia llega sucia,
amarilla de azufre,
arenosa como un desierto.
El gris de las nubes,
el ocre de los campos sedientos.
La necesidad se refugia,
son calles sin esta urbe;
el miedo del que huíamos,
nos alejó de los parapetos.
Necesidad ...
Correr como loco que sufre,
como alazan sin bridas,
desbocado está el horizonte.
Allí donde se hunde;
nace hoy la necesidad,
la de muñecas maniatadas,
la de libertad de ser,
la de no saber que se escoge.
¿Necesidad?
Dolor que despierta el hambre,
pesadilla para quien responde;
esa injusticia que ya todos asumen.
Llorarán las eternas madres,
alambradas de afilado acero,
sin el verde libre de las cumbres.
Rafa Marín
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