Hoy me habita una tristeza,
pesadilla que sueña volver;
el gris de las calles muertas,
los rencores que ya olvidé.
No son los cantos de sirenas,
ni esos amores dulces
de ayer;
es la dura melancolía
que llega,
nieblas y frío con el amanecer.
Un cristal que brilla sombrío,
una flor que pugna por florecer,
entre el limo verde del olvido.
La voz cristalina se hizo mujer,
mi vientre no tiene ombligo,
sólo el amargo recuerdo de nacer.
Rafa Marín
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