Sangre de jóvenes potros
asomada al eterno maizal
donde las urracas graznan
melodías de amarillo azafrán.
Puras barbas de la mazorca
entre hojas de un verde mar.
Sus caminos de tierra plana,
polvareda de solitario caminar,
escondiendo los otros instintos,
aquellos cansados ya de luchar.
Muere la seca tierra exprimida;
no la dejan cultivar el santo pan,
vendida está la frugal cosecha
al servicio de quien la contaminará.
Rafa Marín
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