Horas de la mañana,
populosas y calladas.
De gente trabajadora,
de sueño sin almohada.
Horas de tren corriendo,
y andenes sin prisas.
Horas hoy noctambulas,
atrapadas por la niebla
de un tiempo que se acaba.
Horas soñando encuentros,
otras solitarias añoranzas,
deberes de un cruel puesto
que no entiende de amada.
Horas tan lentas y vacías,
tan duras y arruinadas,
tan amargas e impías.
Horas que se hacen insensatas.
Rafa Marín
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