De tu fuego de hielo,
el rencor se cubrió.
Aceras marchitas,
pisadas de barro
y manos mendigas.
Los puentes con niebla,
las aguas cansinas,
el miedo sube a los cielos.
Transeúntes y policías,
dueños de esta función;
te reclaman, que osadía,
no duermas sobre cartón.
Asoma ahora tu justicia,
a golpe de vino y tetrabrick,
todos te miran y te sientes,
como jamás te pudiste sentir;
amo y señor de esta acera
que de frío te verá morir.
Rafa Marín
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