Quién paga?
El vapor asciende
como una medusa
de entre los escombros.
La lluvia no alivia
este acre sabor
a muerte y miedo.
Quién paga?
La sangre seca,
los ojos muertos,
la niña desmadejada
en la cochambre
de una colchoneta rota.
Quién paga?
La luces de neón,
con su brillo miran
sin dar ningún calor,
decapitan inocencias,
curiosidad y demonios.
Quién paga?
No hay ya verdades,
sólo estas horas vacías,
que se asoman ahora
como perros hambrientos.
Rafa Marín
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