Crecen las aceras con la noche,
se visten con esa soledad
de las camas de cartón.
Los pasos por ellas se vuelven presurosos,
como estrellas fugaces en la niebla.
Las aceras nocturnas son,
como playas desiertas en mares tormentosos,
siempre sin huellas que la marea pueda barrer.
Las aceras nocturnas son,
como el camino de las sombras,
esas que se encogen
y alargan bajo la luna artificial.
Las aceras nocturnas,
siempre silenciosas y nunca en paz.
Rafa Marín
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