El poeta se alimenta de
sombras,
de un rayo de luna en la
espesura.
Se alimenta del suspiro que
imagina
y unos ojos brujos que no ve.
El inventa la voz amada
y en un sin saber por qué,
siente su abrazo.
El poeta quiere a la musa
esquiva
y cuando la ve,
derrama cual ave su canto,
para solitario morir otra vez.
El poeta quimeras persigue,
inventando el roce de una piel.
Degustando goloso esos labios,
que cree tan dulces como la
miel.
El poeta, a veces llanto,
y si un beso le lanzan,
mil risas también.
Quiere el poeta sin mesura,
pero no le pidas nunca
que espere dos años.
Rafa Marín
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