La miro el horizonte recorrer,
sobre una nube blanca que viaja,
perezosa soledad enquistada,
por no saber cómo poderte querer.
Las montañas, mis puras atalayas,
quién pudiera solo poderse perder,
manos sobre las que quieren arder,
las máculas teclas del piano al alba.
La miro, sé que por fin he llegado,
tras mi oscuro viaje en el tiempo,
para ver lo que siempre he buscado.
Ese momento feliz estar viendo,
el dolor hoy ya se ha terminado,
su amor en mis ojos están mirando.
Rafa Marín
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