No pidas tal cosa, bella dama.
Si por un instante, al atardecer,
fuese niebla que te reclama.
¿Vendrías a mí, para perecer?
¿O como paloma asustada,
el vuelo habrías de emprender?
Que no llame tu boca a la parca,
en su mirada es todo perder.
La risa del arroyo que salta,
los ojos donde el fuego ves arder.
No pronuncies tal palabra,
deja hoy las cosas crecer.
Quizás una hostil madrugada,
ella, en tu boca vuelva a nacer.
Rafa Marín
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