llevaba unas parcas briznas;
trigo que se libró de la trilla.
Cierro los ojos, imagino su sonrisa;
el rolar del viento en sus mejillas,
su pelo que flamea es un pendón negro.
En las manos llevaba trigo maduro
y un hambre que es antigua.
Corre por los campos desbocado,
apretando hirsutas las espigas,
ya imagina ese pan blanco,
que llenará su pequeña barriga.
Niño que no chista a los guantazos,
que su cabeza no humilla,
niño de ojos que son noche
y que tiene en el alma una herida.
Rafa Marín
ya imagina ese pan blanco,
que llenará su pequeña barriga.
Niño que no chista a los guantazos,
que su cabeza no humilla,
niño de ojos que son noche
y que tiene en el alma una herida.
Rafa Marín
Sibrecogedora, preciosa.
ResponderEliminarGracias, Quini.
ResponderEliminarHabla de los niños del lugar donde me crié.