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martes, 5 de junio de 2018

Niño

En las manos como un trofeo,
llevaba unas parcas briznas;
trigo que se libró de la trilla.
Cierro los ojos, imagino su sonrisa;
el rolar del viento en sus mejillas,
su pelo que flamea es un pendón negro.
En las manos llevaba trigo maduro
y un hambre que es antigua.
Corre por los campos desbocado,
apretando hirsutas las espigas,
ya imagina ese pan blanco,
que llenará su pequeña barriga.
Niño que no chista a los guantazos,
que su cabeza no humilla,
niño de ojos que son noche
y que tiene en el alma una herida.

Rafa Marín

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