Sobre el mármol se dibujaban pequeños regueros rojos. Él miraba con la experiencia de los años; meneó la cabeza y soltó un exabrupto. Ella, inerte y ya casi rígida, le devolvía una mirada vacía y horrorizada a la vez. No aguantó más, apagó la grabadora y salió. Ya en el pasillo, con mano temblorosa encendió un cigarrillo. El agente de la científica apoyó una mano en su hombro, él lo miró, agradecía el gesto. Terminó el cigarrillo y dijo: ea, vamos, que desde aquí no se va a hacer la autopsia. Si, concluyó el agente. Manipulaba el cadáver con ternura, las marcas sobre la piel, comenzaban a tener un tono morado amarillento, hablaba de forma pausada, la grabadora daría fe de todo lo que allí se hablaba. El agente, callado y a la vez curioso miraba atentamente cada evidencia. El tiempo parecía volar, al cabo de unas horas, el forense apagó la grabadora y el agente cerró la libreta. Y?; preguntó el segundo. Todo parece normal para estos casos, respondió el médico, pero el daño cerebral me parece excesivo, hay algo que no cuadra. El policía esperaba apoyado en el coche, era temprano. Al poco llegó por el camino rural el médico forense. Se saludaron y caminaron hasta el pie del afloramiento rocoso; aún estaba acotado por la cinta amarilla y roja. El forense levantó la vista, imaginó. El policía esperaba apoyado en el coche, era temprano. Al poco llegó por el camino rural el médico forense. Se saludaron y caminaron hasta el pie del afloramiento rocoso; aún estaba acotado por la cinta amarilla y roja. El forense levantó la vista, imaginó. Vio como caía la chica, como se golpeaba una y otra vez y entonces lo vio. Está seguro que fue aquí, murmuró sin apartar la vista de la pared rocosa. Debería tener lesiones de protección en los antebrazos, tuvo tiempo de extender las manos para protegerse. El policía lo miró, casualmente, hay un testigo que grabó la caída en vídeo. Se ve perfectamente como cae, no hay nadie al rededor y no hace nada por protegerse. El informe sin embargo, fue de posible suicidio, con algunas dudas que no se pueden por ahora aclarar. Lo que nadie Vio, lo que ninguna cámara grabó, fue la espectral y demoníaca figura que abrazó a la chica y la hizo precipitarse por el barranco.
Sólo los ojos de ella lo dijeron, pero nadie pudo entenderlos.
Fin
Rafa Marín
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