Volar y desde las alturas,
mirar el mar,
y entre el oleaje tu figura,
dulce sirena de las noches oscuras.
De los sueños serenos,
de los eternos silencios.
Tú, que no amas la vida
y yo que morir no puedo.
¿Acaso todo será un cerrar los ojos
y por una vez descansar?
Yo, ya viejo, miró desde arriba
y empezar otro viaje prefiero.
Nada de Penélopes cargadas,
de amor y paciencia.
Solo el horizonte
y al alcance de los dedos,
mil aventuras y el dulce canto
de las sirenas y su desastre.
Rafa Marín
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