Hay días en los que todo se vuelve ladrillo,
con sus calles desarrolladas y feas,
sueños de un pasen y si pueden vean,
al ritmo soez de un puto organillo.
Con sus monos con panderetas,
aunque nos digan que son platillos,
tantanes de feria con un partido,
donde gritas pero no juegas.
Si, todo en estas aceras de circo,
playas de cuerpos tirados y arena,
con alcohol servido bien en vena,
para qué te creas un ser tranquilo.
Rafa Marín
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