Y entonces, como si de magia se tratara,
llega un instante de paz y olvido.
Nada importa, ni siguiera lo vivido,
solo este momento que nos atrapa.
Los niños con la guitarra y An, con un libro,
leyendo poemas de una vida pasada.
Nos miramos, como si fueramos críos
y la noche nos grita y nos llama,
como llaman las estrellas del cielo;
siempre cómplices y silenciosas,
como aquellos antiguos amigos.
Rafa Marín
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